GEOGRAFÍA DE SEVILLA http://geografiadesevilla.wordpress.com
Esta página recoge los aspectos propios de la geografía urbana que tienen su reflejo en la ciudad de Sevilla: emplazamiento, forma, plano, edificación, zonificación, actividades, etc.
EMPLAZAMIENTO DE SEVILLA
El Río y la Ciudad
La depresión del Guadalquivir se formó entre dos grandes sistemas montañosos: Sierra Morena y las Cordilleras Béticas. En ella se fueron acumulando como sedimentos los materiales que los ríos traían, rellenando el valle.
Sevilla se encuentra emplazada en la gran llanura aluvional del curso bajo del río Guadalquivir, junto a la cornisa del Aljarafe situado al oeste, y al pie de las terrazas fluviales escalonadas que descienden desde los Alcores situados al Este. El río Guadalquivir recorre esta llanura de norte a sur con un curso lento y divergente.
El Guadalquivir —con su excepcional importancia histórica— cruza la ciudad de norte a sur y es pieza clave del emplazamiento sevillano. El río le ofrece sus posibilidades de puerto fluvial, pero la amenaza con sus inundaciones. Su escasa pendiente y moderada profundidad siempre amenazada por los procesos de sedimentación, ponen en peligro el valor efectivo de la vía fluvial y del puerto interior.
El emplazamiento sevillano se encuentra también cruzado por las cuencas de tres arroyos —hoy canalizados— que tienen su origen en las elevaciones de los Alcores y descendían hacia el Guadalquivir bordeando la ciudad. El Tagarete —unión de los torrentes la Ranilla y Miraflores— y el Tamarguillo desembocaban en el Guadalquivir a ambos lados del Prado de San Sebastián. Más al sur, la ciudad está limitada por el curso del Guadaira. Estos arroyos, que actuaron como fosos defensivos del núcleo primitivo de la ciudad, acabaron convirtiéndose, a medida que esta creció fuera de las murallas, en una nueva amenaza de inundación, acentuada por la contención que el propio caudal del Guadalquivir ejercía sobre ellos; y, al tiempo que en un obstáculo a su crecimiento, supusieron una barrera social.
El relieve de la ciudad
La llanura aluvional del emplazamiento sevillano tiene una altura media de 6 metros sobre el nivel del mar. El relieve de la ciudad tiene como altura de referencia el plano fundamental situado en el centro de un meandro de la margen izquierda del río que sirve de referencia para la descripción del relieve sevillano. Este plano es una plataforma de pequeña elevación correspondiente a la cota 8, alargada de norte a sur, con una altura máxima de 17 metros en la calle del Aire. En su franja occidental se abre la depresión que desciende a cotas de 6 a 4 metros, encontrándose los niveles más bajos en la zona comprendida entre la Alameda y la Plaza del Duque: era el cauce de un antiguo brazo del río que desde la Barqueta llegaba hasta las proximidades de la Torre del Oro.
El sector Norte de la ciudad en su mayor parte se encuentra sobre la plataforma de la cota 8. La pérdida de altura de la plataforma fundamental que se advierte en el sector NE. corresponde a la hondonada del Tagarete en la calle Arroyo, con cotas entre 6 y 4 metros. El aumento de altura desde el plano fundamental hacia el Este hasta la terraza del Guadalquivir no es uniforme y progresivo, pues su superficie se encuentra seccionada por los antiguos cauces del Tagarete y el Tamarguillo. El punto de referencia más elevado es el Cerro del Águila, enclavado entre las cotas 14 y 17. La zona Sur, por la que se encauzaban los cursos bajos del Tagarete, Tamarguillo y del Guadaira, desde el Prado hasta la Palmera, es la más deprimida, con su suelo establecido por la cota 6. El emplazamiento de la Sevilla Occidental se encuentra hoy perfectamente delimitado por la dársena, desde el Alamillo hasta la Punta del Verde, y el curso nuevo del río, a modo de una isla. Se trata de una superficie sin apenas relieve que alcanza su cota máxima de 8 metros en el Altozano.
CLIMA DE SEVILLA
Clasificación general
Las coordenadas de Sevilla —en el observatorio de Tablada, a 3,5 km de su centro geográfico— son: latitud, 37º 21′ 55″ N; longitud, 2º 19′ 35″ W; con una altura sobre el nivel del mar de 5 metros. Por ello, el clima de Sevilla es de características mediterráneas, pero con una importante influencia oceánica dada su proximidad al Atlántico y la dirección de los vientos dominantes.
Atendiendo a las temperaturas, el clima de Sevilla puede cualificarse como templado-cálido, con moderadas oscilaciones de temperatura a lo largo del año, y con veranos largos, tórridos y muy secos. El prolongado verano sevillano se extiende a lo largo de cuatro meses, de junio a septiembre y el calor suele ser agobiante, con medias máximas entre 31º y 35º. Sin embargo, durante el invierno, el frío es suave, con medias de mínimas entre 5º y 6º. Teniendo en cuanta las oscilaciones de la temperatura entre el verano y el invierno, el clima puede considerarse como moderado, con una diferencia media de 16º, valor incluido entre los climas considerados como moderados.
La precipitación media anual es de 591 mm, concentrándose en los meses invernales. Durante el verano la precipitaciones prácticamente desaparecen o se concentran en un solo día. Por eso se puede hablar de veranos muy secos. En cuanto a la humedad, atendiendo a la precipitación media anual con la temperatura media en el mismo período se obtiene un coeficiente de 33, por lo que el clima sevillano ha de considerarse como árido. El porcentaje de sol despejado en Sevilla es de dos horas de cada tres, siendo el período de noviembre a marzo el de menor insolación. Debido al relieve del valle del Guadalquivir, los vientos dominantes en Sevilla son, de modo muy marcado, del SO. en verano, y del NE. en invierno. Sin embargo, hay que destacar la frecuencia de los vientos encalmados, de menos de 3 km/h.
Bienestar climático
El Clima es uno de los factores que colaboran al asentamiento de una población. Sirve para explicar, al menos en parte, el tipo de habitat, determinadas costumbres de la población; y, al mismo tiempo, su estudio permite la correcta organización de los espacios internos de una ciudad.
El bienestar climático —relación entre el clima y hombre— es una de las dimensiones más importantes que condiciona fundamentalmente la vida en la ciudad. El bienestar climático se alcanza cuando hay un equilibrio entre la temperatura, la humedad relativa y la velocidad del aire. En Sevilla, la sensación de bienestar corresponde a una tercera parte del año, concentrada en los meses de marzo-abril y octubre-noviembre, óptimos para la vida en la ciudad. Por el contrario, en otra tercera parte del año, en los meses del largo verano, el ambiente se encuentra cargado de bochorno, lo que disminuye notablemente las posibilidades de la ciudad.
Dada la crudeza del verano y los inviernos relativamente moderados, la estructura de la ciudad se ha orientado fundamentalmente a la defensa de los calores estivales; igualmente, la casa tradicional sevillana se ha acondicionado para defenderse de los calores estivales más que para protegerse del frío. Como consecuencia del predominio de los vientos del SO., las industrias con humos nocivos deberían buscar su emplazamiento en las zonas septentrionales, lo que provoca su alejamiento de la zona portuaria. Los frecuentes vientos encalmados contribuyen a mantener elevados índices de contaminación, favorecido en el casco antiguo, donde la depresión de su relieve, la estrechez de sus calles y su estructura irregular obstaculizan las corrientes purificadoras de aire. El hecho queda agravado en verano, cuando las precipitaciones prácticamente desaparecen.
EL RÍO: MORFOLOGÍA Y FUNCIONES
Evolución del cauce
El río Guadalquivir —columna vertebral de Sevilla— ha experimentado con el paso de los años una profunda evolución. El centro de gravedad de la ciudad, en su crecimiento hacia el Este, se fue alejado del origen que le dio su ser: el puerto fluvial. Mientras que el cauce del río, como medida para evitar las inundaciones que históricamente castigaban a sus habitantes, se iba separando una y otra vez de la ciudad, alejándose hacia el Oeste.
El Puerto, situado antiguamente entre la Torre del Oro y el Puente de Barcas —desde donde se llevó a cabo un floreciente comercio con América— fue disminuyendo su actividad a medida que los barcos aumentaban de calado y Sevilla perdía su monopolio comercial. Desde entonces, al tiempo que se llevaban a cabo diversas cortas que facilitaban la navegación, fueron fracasando uno y otro proyecto de revitalización, y la Ciudad acabó por romper su vinculación con su Río.
Hoy se distinguen dos cauces diferentes: el antiguo o cauce histórico, actualmente convertido en una dársena; y el nuevo, fruto de los diversos cortes, cuya corriente discurre impersonal y rectilínea al pie del Aljarafe. La Dársena o cauce histórico es un largo brazo fluvial de 12 km cortado en el extremo norte, a la altura de San Jerónimo, y unido al cauce nuevo por el sur, mediante la esclusa, que salva un nivel del agua de 18 m. Presenta tres fragmentos claramente diferenciados.
La dársena y sus márgenes
El río saluda a la Ciudad por su cuadrante noroeste, y en sus dos márgenes es testigo mudo de dos sevillas absolutamente dispares. En la orilla izquierda se levanta el pasado, presidido por uno de los sectores del centro histórico más degradado, que ahora presta una nueva fachada a la Ciudad. Ésta mira ahora al río por los nuevos paseos que han sustituido a la antigua barrera de las vía férreas. Mientras, en la orilla derecha, se asoma la modernidad con los pabellones de la Exposición Universal de la Isla de la Cartuja. También, desde el Alamillo hasta Chapina, nuevos y espectaculares puentes y ponen en comunicación ambas orillas.
Pasado el Puente de Isabel II, la orilla izquierda es la más monumental y representativa, con edificios como la Plaza de Toros o la Torre del Oro. Los antiguos espacios portuarios y muelles han sido sustituidos por amplias avenidas y bulliciosos paseos. En la orilla derecha, ocupada en el pasado por el muelle de pescadores, Triana presenta las castizas fachadas de la calle Betis. Pasando el Puente de San Telmo encontramos a la izquierda el Palacio del mismo nombre, desde donde arrancan una serie de jardines y paseos con la Exposición Iberoamericana como fondo; en primer plano aparecen los muelles cuyo silencio habla de la perdida actividad portuaria. En la margen derecha se eleva el moderno barrio de los Remedios, que toma el nombre del convento preexistente. Instalados a lo largo de la orilla se encuentran tres sociedades deportivas y de recreo, y la actual Fábrica de Tabacos.
A partir del Puente de las Delicias, cegado el primitivo cauce de Tablada, surge un espacio portuario mezcla de paisaje fabril, de abandono y desguace. En la orilla izquierda aparece el muelle más activo del Puerto, seguido de una serie de instalaciones industriales, almacenes, depósitos y silos, para acabar en el arranque del Canal Sevilla-Bonanza, espejo de toda una historia de frustraciones urbanas. En la margen derecha se presenta un paisaje semejante con las instalaciones industriales y la dársena del Batán y los Astilleros Elcano. Este Tramo se pone en comunicación con el verdadero cauce a través de La Esclusa, sobre la que se eleva el Puente del V centenario.
CARTOGRAFÍA DE SEVILLA
Evolución del plano
La ciudad de Sevilla ha experimentado en los dos últimos siglos un extraordinario crecimiento. Comparando los planos, podemos determinar con claridad cuáles han sido las principales reformas, ensanches y expansiones llevadas a cabo en la ciudad tradicional. Aunque desde mucho antes está formada la trama básica de la ciudad, en el período abarcado por la serie de planos estudiados la ciudad incorpora elementos muy fundamentales de su estructura física (las mayores plazas, los puentes sobre el Guadalquivir, el ferrocarril, los muelles, el arbolado de las calles y los jardines, etc) y pierde o cambia el destino de muchos otros (las murallas, las huertas intramuros, los conventos desamortizados, etc).
El Plano de Olavide
Entre los planos más conocidos de este largo período destaca con luz propia el Plano de Olavide levantado en el año 1771. Es el primer plano conocido de la ciudad y, como fruto de las ideas ilustradas del Asistente, es la primera representación cartográfica con carácter científico de Sevilla: y por ello, es el punto de partida del estudio de la evolución morfológica de la ciudad. En él se descubre una Sevilla todavía reducida a lo que hoy llamamos Casco histórico —dividido en cinco sectores o cuarteles, barrios y manzanas— y protegida aún por las murallas de las frecuentes riadas del Guadalquivir. En ellas se abrían las puertas y los postigos a través de las que se llevaba el control aduanero de las mercancías que entraban y salían de la ciudad. Recibían el nombre de los caminos, lugares próximos o mercancías que controlaban: eran las puertas de Jerez, de Carmona, de la Carne, del Osario, del Sol, de la Macarena, de la Barqueta, Real, de Triana, etc; o los postigos del Aceite y del Carbón. Sevilla aparece emplazada entre al Río Guadalquivir al Oeste y el arroyo Tagarete al Este, que desemboca en Río al Sur, junto a la Torre del Oro.
La Sevilla de Olavide
La Ciudad intramuros mantenía aún un plano básicamente irregular de calles estrechas, entre las que apenas se descubren grandes espacios abiertos y cuyos edificios presentaban una escala casi rural, de casas de una o dos plantas. La única transformación urbana de cierta envergadura es la Alameda de Hércules. El sector norte tiene las manzanas de mayor superficie. El sector sur de la ciudad es el más noble y representativo: alberga y concentra todos los edificios notables, civiles y religiosos, como los Reales Alcázares, la Catedral, la Casa de Contratación, la Real Audiencia, la Casa de la Moneda y el Ayuntamiento. También se encuentran en este sector los grandes palacios urbanos, como el Arzobispal o el de los Duques de Medinaceli.
Extramuros a la Ciudad y junto a las puertas principales, habían crecido los arrabales, dedicados a actividades peculiares. El arrabal de los Humeros, cuyos vecinos se dedicaban a la pesca y su ahumado, de ahí su nombre. Los arrabales de la Macarena y de la Calzada, habitados por agricultores de las huertas y campos próximos. El de San Bernardo, inmediato al matadero del que vivían sus vecinos. Los arrabales de la Carretería y el Baratillo y los de la Cestería y la Resolana —en el Arenal, inmediato al Puerto— se dedicaban a actividades portuarias. Al otro lado del Río, el gran barrio de Triana unido a la ciudad por el primitivo puente de barcas. Sus habitantes se dedicaban a la pesca y a la alfarería.
Igualmente, fuera de las murallas se sitúan, al Sur de la ciudad, los grandes edificios del Colegio de San Telmo y de la Fábrica de Tabacos, aislada ésta de la Ciudad por un foso. En el Arenal se encuentra la primitiva Plaza de Toros de la Maestranza y las antiguas naves de las Atarazanas, ocupadas en parte por el Hospital de la Caridad; y el Castillo de San Jorge en Triana.
EVOLUCIÓN CARTOGRÁFICA
Las primeras reformas
El Plano Geométrico de 1788 recoge las defensas contra las riadas de las puertas de la Barqueta y los paseos arbolados de la margen del río desde la Puerta Real hasta la Torre del Oro y representa con detalle el arrabal de Triana. El Plano Topográfico de Arjona de 1832 muestra las obras realizadas en el Paseo de las Delicias, desde el Tagarete hacia el Palacio de San Telmo. En Triana pueden observarse las trazas del nuevo mercado en el lugar del Castillo de la Inquisición y las defensas del río y el malecón de la calle Betis. El Plano de Sartorius de 1848 introduce como novedades el desarrollo de los barrios de los Humeros, Cestería y Arenal. La Fábrica de Gas, la Plaza de Armas y la prolongación del arbolado hasta la Puerta de San Juan terminan de configurar este sector; en el extremo Sur aparece claramente trazado el Paseo de Cristina. El interior recoge todas las modificaciones realizadas durante la primera mitad del Siglo: se dibujan minuciosamente las plazas de los Descalzos, Encarnación, Museo y Magdalena.
El Plano de Álvarez-Benavides de 1868 es el primero orientado hacia el Norte. La Ciudad aparece perfectamente delimitada por el doble trazado del ferrocarril. Toda la periferia inmediata a la margen izquierda del río empieza a tomar fisonomía urbana por la aparición de almacenes, talleres, fábricas, cuarteles, prisión. Han desaparecido muchos tramos de muralla, especialmente al oeste; se mantienen los lienzos, torres y puertas prácticamente completas al norte y han sido eliminadas parcialmente al este. En el casco urbano destaca la apertura de la Plaza Nueva y la persistencia al norte de la huerta de los Toribios. En el ángulo suroeste se representa con detalle las huertas y jardines del palacio de los duques de Montpensier, el paseo de las Delicias y el de Cristina. El arroyo Tagarete aparece parcialmente abovedado; y en el Río ya se dibuja el Puente de Isabel II.
La expansión del plano
El Plano del Ejército de 1870 muestra una Ronda cada vez más definida y ha desaparecido la muralla a todo lo largo del río. Están a la vista los caminos y vías de acceso a la ciudad y se apuntan, marcadas por el arbolado, las líneas de expansión futura. En el de 1884 ha continuado el proceso de derribo de las murallas y los nuevos espacios construidos se van ajustando a las alineaciones previstas. Aparecen calles nuevas como la de Arjona, jardines como el de Eslava y reordenaciones como la de La Alameda. El Plano Taquimétrico de 1890 destaca particularmente la vegetación urbana, y especialmente el arbolado, que compone un anillo prácticamente completo en torno a la ciudad; están detalladamente representados los espacios ajardinados del Sur. El Plano de Padura de 1891 presenta los espacios ajardinados dibujados con detalle, asi como algunos trazados antes desconocidos, como el de la Catedral o el del Hospital de las Cinco Llagas.
El Plano General de 1902 insinúa tres áreas de expansión en torno a los ejes de la calle Oriente, el camino de Alcalá y la Palmera. Los jardines de los Montpensier vienen denominados como Parque. Aparece el meandro de Tablada y el curso del Tamarguillo. El Plano de Poley de 1910 tiene representada con claridad la red de tranvías que marca ya los principales ejes de circulación N-S y E-O y la Ronda como circunvalación. La calle Oriente y el camino de Alcalá se presentan como líneas de crecimiento de la ciudad; entre ellas se muestra ya un tejido urbano continuo. El Plano de Riegos de 1918 nos presenta una Sevilla en la que han dejado huella los planes de ensanche hacia el Este y el Sur con los proyectos de Nervión o el Porvenir. Entre las reformas previstas para la Exposición Iberoamericana de 1929 aparece la Plaza de América con su configuración actual. El Canal de Alfonso XII está representado a punto de ser conectado con el cauce del río.
MORFOLOGÍA URBANA DE SEVILLA
Forma general de la Ciudad
La leve topografía del emplazamiento sevillano ha dado lugar a una forma general de la ciudad que se extiende homogéneamente en la llanura. El Río que la cruza se divide en dos brazos al Norte, en San Jerónimo, y se vuelven a unir en la Punta del Verde, en el extremo Sur. La Dársena crea una amplia curva que rodea a la Ciudad por el Oeste lo que ha significado un importante obstáculo para su extensión en esta dirección. Por ello, si consideramos como centro geográfico natural de Sevilla el histórico de la Plaza de la Encarnación, el centro de gravedad de la masa urbana se desplaza claramente hacia el Este, lo que pone en evidencia las tendencias de crecimiento de la Ciudad, alejándose del Río.
La ronda interior que rodea el casco antiguo, la intermedia sobre antigúas vías o canales y la exterior, así como las principales vías de intercomunicación que desde el extrarradio se dirigen hacia el centro, han sugerido la forma de la Ciudad como la de un amplio abanico, que apoyado en las márgenes del Río, se despliega con una cierta irregularidad desde San Jerónimo al Norte, por Santa Clara, al Parque Amate al Este, el Cerro del Águila, las 3.000 Viviendas y Heliópolis al Sur.
El Casco antiguo
El centro de la ciudad mantiene considerablemente bien conservada la primitiva estructura musulmana con su entramado de calles estrechas, no alineadas y caserío compacto aunque bajo, y sin orden aparente. El casco antiguo de Sevilla se corresponde casi exactamente con el interior de la ciudad amurallada; además de algunos arrabales entre los que destacan Triana o San Bernardo; y el entorno del Parque de María Luisa.
En el cuadrante noroeste del casco, el barrio de San Vicente presenta un plano de calles trazadas ortogonalmente. Desde las plazas de Europa y de Santa Catalina arrancan sendos planos radiales de calles. Sólo hay dos pequeñas operaciones de mayor amplitud, de Norte a Sur la Avenida de la Constitución, de Este a Oeste el eje Campana-Laraña-Imagen. Los únicos espacios amplios despejados de edificios son La Alameda de Hércules, La Plaza Nueva y los jardines del Alcázar-Murillo y María Luisa, además de múltiples plazas de pequeñas dimensiones y apenas perceptibles en el plano.
La ciudad moderna
El plano de la Sevilla moderna no tiene una estructura dominante. Pero, un análisis más detallado permite distinguir diferentes tipos de planos: rectangular, radioconcéntrico, funcionalista, aunque todos ellos están intercalados y sin conexión aparente.
Los mejores ejemplos de planos rectangulares lo constituyen barrios de características muy distintas, como Los Remedios, Nervión y el Cerro del Águila; otros muchos de menores dimensiones se distribuyen por todo el plano de la Ciudad. Pocos ejemplos se descubren de planos radioconcéntricos: aparecen dos minúsculos ejemplos uno en el entorno de la Plaza de Cuba, otro en Ciudad jardín de Nervión y un tercero en Amate, todos ellos incompletos. Tipos especiales lo constituyen los ejemplos de ciudad jardín, como es el caso de Heliópolis, Santa Clara o alguna de las urbanizaciones de Sevilla Este.
El resto de la gran superficie urbana esta compuesta por planos funcionalistas con edificaciones de bloques altos separados irregularmente por supuestas zonas ajardinadas como los grandes polígonos de San Pablo, Sur y Norte; o tantos otros como Rochelambert, Santa Aurelia, y un extenso etcétera.
LAS PLAZAS DEL CASCO HISTÓRICO
Plazas de carácter funcional
Hay en Sevilla un grupo de plazas vinculadas con los avatares de la vida pública de la ciudad, y que en un período determinado fueron centro de la política, religiosidad y sociedad sevillana. De este tipo son el conjunto de las plazas del Salvador, del Pan, Pescadería y Alfalfa. Constituyeron un núcleo que englobaba el Foro, la Basílica romana y, posteriormente, la Mezquita, la Alcaicería, etc. A comienzos del siglo XVI se sitúan en la Plaza de San Francisco las sedes de las instituciones civiles. La ausencia de una auténtica Plaza Mayor hace que en el siglo XIX se lleve a cabo la tardía apertura de la Plaza Nueva como espacio representativo de la ciudad y fachada del Ayuntamiento.
Existe otro conjunto de plazas cuyo rasgo fundamental es el carácter mercantil, produciéndose una cierta especialización en función de la localización de dichos espacios en la ciudad; tal especialización se derivaba de la obligatoriedad de introducir ciertos tipos de mercancías por determinadas puertas de la ciudad. A este grupo se corresponden las plazas de la Alfalfa, Pescadería, San Lorenzo, etc.
Otro grupo menos numeroso pero con rasgos bien definidos lo constituyen las plazas gremiales, cuyos mejores exponentes forman la trilogía de las plazas de Zurradores, Curtidores y Refinadores. En ellas se asentaron los correspondientes hospitales o casas de hermandad desde fines del siglo XV y fueron utilizadas como cementerios locales, además de constituir auténticos núcleos de actividad laboral especializada.
Plazas de origen morfológico
Las Plazas-Puerta tienen su origen en las dilataciones que se producían frente a las entradas de los sucesivos recintos amurallados, tanto interior como exteriormente. Es destacable una frecuente configuración triangular como consecuencia de la convergencia de caminos exteriores, y el uso característico como punto de control de las mercancías y personas que entraban en la ciudad, como lugar de aplicación de justicia, y a veces como mercado especializado. Así son las plazas de la Puerta Real y de Triana, las plazas de Europa y de Santa María la Blanca.
Existe un buen número de plazas parroquiales que se sitúan frente a la puerta principal, a los pies del templo. nacen en función de éste, por la liberación del espacio preciso al tiempo de la construcción de la iglesia, como ocurre en el caso de San Marcos o San Román. Un original tipo de plazas dobles tienen su fundamento en la sustitución de las primitivas mezquitas por templos cristianos que generan, al modificar las proporciones y la orientación, sendos espacios laterales. El mayor o Plaza Grande da acceso al templo y el menor se convierte en Cementerio parroquial y posteriormente en Plaza Chica. De este tipo son las plazas de San Vicente, San Isidoro y San Lorenzo.
Frente a ciertas casa-palacio y alguna institución o edificio público de carácter civil se plantean aquellas plazas cuya finalidad es la creación de un espacio de prestigio. Estos surgen por la compra de las casas necesarias para su posterior derribo y reordenación. Así ocurre en el caso de las plazas del Duque, Pumarejo y de Pilatos; o las plazas de la Contratación y Zurbarán.
Apartado especial merecen las plazas que nacen en el siglo XIX como consecuencia de las ideas reformadoras de los diferentes gobiernos. De esta centuria son las plazas de la Encarnación, la Magdalena y Santa Cruz y las plazas del Duque y de Doña Elvira. Tras el proceso desamortizador se proyectan las plazas del Cristo de Burgos y del Museo y la Plaza Nueva.
CASA Y VIVIENDA EN SEVILLA
La casa-patio tradicional
El punto de partida de la casa-patio sevillana fue la casa mediterránea antigua con la aportación musulmana. Esta casa unifamiliar basaba su organización funcional en la existencia de un patio. El patio era el núcleo que generaba la configuración formal de la vivienda. La inexistencia de calles como espacios públicos y el predominio del macizo en las fachadas de las casas, contribuían a potenciar el papel del patio.
La transformación más amplia y profunda del caserío sevillano se produjo durante el siglo XVI, bajo la influencia de las ideas del Renacimiento italiano. El contacto de Sevilla con ciudades italianas como Génova era intenso y de ella llegaban materiales constructivos como columnas de mármol. Así, se generaliza el patio de mármol en el que se incorpora la escalera como elemento emblemático de la vivienda. La fachada de composición unitaria, característica de la casa sevillana surge en el barroco, durante los siglos XVII Y XVIII; en ella, tanto como en el patio, se inicia el empleo del color. La altura aumenta a una tercera planta y aparecen las fachadas avitoladas, con gran cornisa de remate y balcón central diferenciado. También se utiliza el hierro forjado en herrajes de ventanas, cierros y balcones.
En el siglo XIX, la casa-patio neoclásica sigue el desarrollo de las anteriores pero modifica la fachada buscando una mayor unidad y sobriedad compositiva. La influencia romántica abre el portal a la calle mediante una cancela por la que se divisa el patio. Al exterior predominan los colores pastel en combinación con el blanco.
La vivienda colectiva
El origen del Corral de vecinos puede remontarse a época romana y está ya formalizado en época musulmana, manteniéndose inalterable hasta bien entrado el siglo XX. El Corral tenía una organización colectiva que se basaba en un patio más o menos amplio; en su centro, una fuente o pozo surtía de aguas a todos los vecinos. El patio estaba rodeado de dos plantas de corredores en los que se abrían las puertas de las habitaciones-salas como viviendas familiares con sus correspondientes fogones-nicho. Esto se completaba con un pequeño servicio común por planta y un patinillo-lavadero. Su mayor esplendor correspondió a los siglos XVI-XVII y XIX, coincidiendo con los momentos de mayor auge poblacional e inmigratorio de la ciudad. Modelo semejante lo constituyen la Casa de vecindad o de partidos que comparten la misma organización colectiva de los corrales, pero se constituían sobre algún palacio en decadencia o convento desamortizado adaptados a tal fin.
En el siglo XIX, la mayor rentabilidad de los solares, exigió un mejor aprovechamiento de las manzanas con la apertura de nuevas calles para la ocupación intensiva de solares interiores. Surgió así el Pasaje estructurado linealmente con casas de pisos con fachadas a una calle. El pasaje —calle mitad privada mitad pública, a veces acotada con verjas— sustituyó al patio en la organización colectiva de la vida vecinal.
Finalmente, la rentabilidad del espacio habitable de los inmuebles se materializó en el aumento de número de plantas de los edificios. Se incorporaron nuevos tipos de vivienda colectiva como las Casa de pisos, cuya escalera de uso común sustituyó definitivamente al patio. Sus fachadas homogéneas estaban reglamentadas y sus huecos regularizados marcaban con la altura una diferencia social progresiva al aumentar la incomodidad de acceso. Esta nueva vivienda colectiva aportó a la morfología urbana tipos internacionales con los que Sevilla se aproximaba a los conceptos de vivienda moderna.
LA SEVILLA INDUSTRIAL
Los sectores industriales
En la industria sevillana los sectores de alimentación, metal y química totalizan el 55% de las industrias de la ciudad, el 65% del empleo y el 80% de la producción. La rama del metal —dadas las características de sus instalaciones y tipo de producción— aparece como la más extensa de la ciudad con factorías de relieve, que le dan el característico aspecto industrial. Al contrario que la de materiales de construcción que tiene su producción en la propia ciudad con una gran movilidad.
El sector de la alimentación aparece como el de mayor peso tanto por el número de empresas como por el total de su producción, ocupando un segundo puesto por el número de puestos de trabajo. La rama del metal, aunque ocupa un segundo puesto por el número de sus empresas y por su producción, alcanza el primer puesto por el número de empleados. En la industria química es significativo lo reducido de sus empresas y empleo y su alta producción, al contrario que las empresas de la madera y el corcho. Las restantes ramas (textil y confección, papel y artes gráficas, cuero y piel) adquieren características modestas en su conjuto debido al volumen de alguma de sus factorías.
Distribución industrial
La distribución espacial de la industria sevillana viene marcada por el año de 1946 en que se elabora y publica el primer Plan General de Ordenación Urbana, en el que se decide la zonificación de la Ciudad y la determinación de los espacios industriales. Desde antiguo, el Casco es una zona ocupada por numerosos establecimientos industriales, un tercio del total, entre las que, en general, prevalecen las pequeñas industrias y se encuentran representadas todas las ramas. Su emplazamiento está confundido y entremezclado en pleno espacio residencial. Se establece una marcada diferencia entre el sector sur y norte del casco, tanto por el volumen de las industrias como por su número, siendo la mitad Norte la más industrializada.
Una segunda zona corresponde a un cinturón, que apoyado sobre la margen izquierda del Río, en su punto de partida, y de la dársena en su término, circunda el Casco siguiendo el movimiento de la ronda, y cuya profundidad variable viene en gran parte dada por los antiguos arrabales sevillanos. Dentro de este cinturón se perfilan dos espacios con especial relieve: el del comienzo de la carretera de Carmona y el del Barrio de San Bernardo con la presencia de las industrias militares. Desde el punto de vista industrial es una zona de transición en la que la confusión entre zona industrial y residencial no es tan marcada.
La tercera zona está formada por el cinturón más exterior, en contacto con la anterior a través de ls principales vías de comunicación exterior. Dentro de ella los establecimientos disminuyen sensiblemente en número pero aumentan en volumen y capacidad. En este espacio se tiende a una separación absoluta entre las zonas residenciales y las industriales. En ella aparecen los grandes polígonos como cuñas interpuestas entre las distintas zonas residenciales, prolongándose a lo largo de las principales vías de comunicación. Así, en el sector este, la carretera de Málaga es el gran eje desde La Cruz Campo hasta Alcalá; o la de Cádiz, al sur; en el sector norte destaca el núcleo fundamental de San Jerónimo, junto a la estación ferroviaria y el de los polígonos Calonge y Store en el contacto entre la carretera de Carmona y la autopista de San Pablo. El núcleo industrial del Puerto, establecido a ambas mágenes de la Dársena, es el de mejor dotación industrial de toda la ciudad, en el que sobresalen industrias como la Fábrica de Tabacos, C.A.S.A., Abonos de Sevilla, Astilleros Españoles, etc.
LA SEVILLA COMERCIAL
Estructura comercial básica
La estructura comercial de Sevilla se compone de cinco grandes grupos: comercios de bienes perecederos (alimentación, droguerías, papelerías, estancos, bares y cafeterías, etc), comercios de bienes semiduraderos (vestido, calzado, deportes, etc), comercios de bienes duraderos (electrodomésticos, mobiliario, sanitarios, etc), Grandes Almacenes y Grandes Superficies. Dentro de esta estructura, el comercio tiende a concentrarse dentro de determinadas áreas, estableciendo jerarquía de zonas, basadas en la especialidad y calidad de los productos, o creando verdaderos vacíos. Conforme disminye el nivel de especialización aparece una mayor dispersión espacial, alcanzádose la dispersión máxima en los comercios de bienes perecederos.
Existe en primer lugar un gran núcleo comercial, emplazado dentro del espacio Sur del Casco. La importancia, no sólo local sino regional de este centro, se manifiesta por la variedad del sector. Es la zona de mejores establecimientos comerciales de la ciudad. En este espacio predominan los establecimientos dedicados al comercio de bienes semiduraderos y duraderos. Siguen en importancia comercial la zona norte del casco y la occidental de la ciudad, particularmente Los Remedios. En las restantes zonas de la Ciudad aparecen dominadas por una componente fundamental de comercios de bienes perecederos cuya misión es atender las necesidades más inmediatas y menos especialiazadas de la población.
Concentraciones comerciales
Los minicentros son las concentraciones más elementales. Están formados por tiendas de artículos de uso común, diario e inmediato, como alimentación, farmacias, bares, etc. Su área de influencia suele ser muy reducida, condicionada por la proximidad al domicilio.
Los subcentros amplían su radio de acción y constituyen verdaderos núcleos de atracción comercial de mayor especialización. Pueden formarse a lo largo de una calle y sus confluentes y su área de influencia se corresponde con el barrio y barrios limítrofes. En ellos se concentran comercios de bienes semiduraderos y duraderos: electrodomésticos, mobiliario y menaje, zapaterías, ropa, librerías, etc.; y en sus proximidades suelen encontrarse enclavados mercados. Así son las calles Paulo Orosio, Marqués de Pickman, Reina Mercedes, Asunción, San Jacinto o Feria.
El Centro principal ejerce su atracción sobre toda la Ciudad. En Sevilla, se emplaza en la zona Sur del Casco y ofrece la máxima especialización y calidad en los establecimientos de todo tipo. Destacan las grandes librerías o papelerías técnicas, los establecimientos de alta confección, musicales, joyerías, ópticas, etc. En él, sobresale indiscutiblemente la presencia de los Grandes Almacenes que, al convertirse en un potente foco de atracción, arrastran y crean un área comercial en torno suyo. Este Centro principal se extiende en su eje N-S, desde la Avenida hasta la Plaza del Duque; y en el eje E-O, desde La Encarnación hasta Reyes Católicos; constituyen núcleos fundamentales calles tan conocidas como Sierpes, Tetuán, O’Donnell, San Eloy, o los ejes de La Campana a Imagen o de Puente y Pellón a la Plaza del Pan.
Los hipercentros son el fenómeno comercial más llamativo en la actualidad. Las grandes superficies comerciales, por sus necesidades de espacio, se instalan en la periferia urbana y próximas a importantes vías de comunicación han desplazado el centro de gravedad comercial hacia el extrarradio de la ciudad. Estos grandes sistemas comerciales están en viva competencia con los pequeños comercios que a duras penas resisten la férrea competición que establecen.
LA POBLACIÓN DE SEVILLA
Evolución demográfica
El siglo XX marca una reactivación en la evolución demográfica de Sevilla, que puede calificarse de rápida y continua. La población de la ciudad pasará de los 147.271 habitantes de 1900 a los 683.028 del censo de 1991. El favorable proceso vegetativo, que se ha dado durante el siglo, se debe en gran parte a la constancia mantenida de sus elevadas tasas de natalidad, que en los primero decenios restaban importancia a la elevada mortalidad. En los últimos decenios la fuente de alimentación demográfica para la ciudad la han constituido, además del descenso acentuado de las tasas de mortalidad, la inclusión el censo sevillano de los nacidos en la provincia.
Sevilla —la gran metrópoli del sur— a lo largo del siglo XX, de ciudad fuertemente receptora de inmigrantes, pasa a ser progresivamente emisora de emigrantes. Así, mientras las altas tasas de crecimiento se justifican en la primera parte del siglo por la inmigración, en la segunda mitad se produce un fenómeno regresivo por el que esta alcanza valores negativos de emigración hasta nuestros días. Durante los cuatro primeros decenios del siglo, la ciudad consigue no sólo evitar una regresión poblacional sino incrementarse debido casi exclusivamente a la afluencia de inmigración. Desde 1951 se advierte un retroceso en la inmigración debido a la orientación de la emigración rural hacia otros puntos de la geografía nacional o el extranjero. Este fenómeno se intensifica en los decenios siguientes, llegándose a un saldo migratorio negativo en la ciudad. Si bien es cierto que es el momento en que comienza la inmigración a los municipios colindantes hoy incorporados a su Área metropolitana. En los últimos decenios la capitalidad autonómica de la ciudad ha producido cierta reactivación de la inmigración.
Estructura de la población
La lectura comparada de las pirámides de población correspondientes al período 1930 a 50, nos permite descubrir una intensa inmigración en edad laboral, que se manifiesta por el desarrollo progresivo de los gradientes correspondientes a las edades intermedias. La pirámide de 1950 sigue marcando la erosión de la base, coincidente con la primera gran inflexión en tasa de natalidad de todo el siglo. Aumenta la superficie del gradiente de los mayores de 65 años, fenómeno correlativo a la regresión de la mortalidad. La pirámide de 1970 marca un intenso rejuvenecimiento con la presencia de una amplia base que reforma las anteriores pirámides, ofreciendo una estructura triangular, explicable por la reactivación de las tasas de natalidad y el descenso de la mortalidad infantil. El máximo alacanzado en estos años va descendiendo progresivamente hasta la pirámide de 1991, que aunque sigue manteniendo los gradientes de las edades intermedias correspondientes a la población en edad productiva, hay un notable aumento en los tramos de las edades superiores que se contrarresta con una disminución proporcional de los grupos infantiles, manifestación el primero del aumento de la calidad de vida, y de la baja tasa de natalidad de lo últimos decenios, el segundo.
La ciudad, tras un período de envejecimiento de los 30 a los 50, inicia un rápido proceso de rejuvenecimiento, en el que influyen como factores positivos sus altas tasas de natalidad y la regresión de las tasas de mortalidad infantil y como negativo la emigración de parte de la población en edad laboral. La inmigración se hace regresiva a través de los años, lo que unido al fenómeno de la emigración, influirá en una futura contracción de las tasas de natalidad que se detienen e involucion a partir de los años 70. En todo esto se evidencia un nuevo proceso de envejecimiento, dada la importancia de las edades intermedias, sobre las que recae la responsabilidad de la ciudad y de su población y el aumento progresivo de las edades superiores, frente a la notable disminución de las infantiles.
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